Esta es la historia de un viaje, de MI viaje SOÑADO. Una aventura que vengo soñando desde hace muchos años, desde 2006 en que comencé a descubrir casi sin darme cuenta que esta era mi pasión. La cultivé lenta y tímidamente, aunque con constancia y aún me llama la atención cómo no me di cuenta antes, cuanto demoré en estar preparado para emprender mi viaje.
No quiero ser injusto con otros viajes que he (hemos) realizado, porque es innegable que la oportunidad de conocer la magia de Buzios, la aventura exótica de Playa del Carme y la belleza deslumbrante del oeste norteamericano han constituido viajes soñados de los que guardo maravillosos momentos, sin dejar de lado nuestra amada Capilla del Monte (Córdoba, Argentina), pero este viaje en particular constituía una aventura compleja y dificil de hacer realidad, por eso el sueño, por eso el deseo de un día hacerlo realidad.
Esta es la historia de un sueño hecho realidad. Un sueño visualizado, planificado, modificado y reinventado tantas veces como veces me senté frente a la computadora a entretejer la maraña de posibilidades, rutas, destinos, distancias, costos, mil datos que corregí una y otra vez.
Este, mi sueño, no es el original, pero tampoco es el definitivo, pues sigo soñando con otros viajes, otras modalidades, otros destinos, pero este, es mi sueño posible hecho realidad, ahora, a más de dos mil quinientos kilómetros de casa, lágrimas de emoción mediante, puedo reconocerlo y decirlo.
Mi viaje no son los destinos, mi viaje es el recorrido y eventualmente cada destino es una suerte de perla en el hilo que las hilvana, ese hilo que atraviesa cada ciudad, cada vínculo, cada conversación, cada sorpresa, cada dificultad, es el viaje en si mismo.
Viajo en moto, en una moto de 200cc, pequeña para muchos, gigante, fiel y poderosa para mí. Amo mi moto como el jinete ama su montura, yo la cuido, la mimo y ella me lleva con su paso suave, constante y aguerrido allá donde yo le pido. Confío en ella. Arlequina, asi se llama, llegó de china en 2013 y fue ensamblada en Uruguay por Motociclo, bajo la marca Winner, modelo Explorer, y le estamos haciendo honor tanto a su marca como al modelo,
Viajar en una moto de estas características capta miradas. Por un lado la miran a veces con desdén y cierto asombro los jinetes de las grandes marcas y cilindradas, pero también es cierto que muchos de ellos la miran con sorpresa y admiración, nos damos cuenta cuando nos detenemos a cargar combustible y ellos se acercan curiosos y amables, y es que compartimos una pasión. Otras miradas que cultiva son las de sus pares, que en motos similares, se animan y encaran con tesón la ruta y enormes distancias para cosechar sus propios sueños de aventura. Las que más me llegan, son las miradas de aquellos que aún no se han animado a la ruta, aquellos que como yo creía, aún creen que para vivir un sueño de este calibre, hay que tener una montura de quince o veinte mil dólares o más. Ellos, los soñadores indecisos ven en nuestras máquinas, algunas más discretas que la mía, en nuestros relatos y en los desafíos que aún tenemos pendientes, un aliciente, la afirmación rotunda de que queriendo se puede, sólo que es cuestión de perseverar y animarse.
Javier Gregorini, que fue y volvió de Trenque Launquen (Buenos Aires, Argentina) a Alaska, agradece en la introducción de su libro a “los contras”, aquellos que nos acercan su mirada pesimista y a veces negativa, lo rescato porque es muy interesante. Generalmente son una gran mayoría, te dicen que con esa moto no se puede, que es muy lejos, que son muchos días, que no podés irte así nomás, que es un proyecto egoísta, que es peligroso, en fin, tienen todo un repertorio de argumentos. Lo bueno a rescatar de ello, si tenemos la meta clara es que tenemos que animarnos a reflexionar sobre sus planteos, pues alguno de ellos podrá ciertamente ayudarnos a planificar mejor y acaso, detectar puntos débiles o no previstos en nuestros planes.
Como siempre, no todos los viajeros lo planifican todo, yo lo hago porque disfruto mucho haciéndolo y de cierta manera es una forma de comenzar a viajar aún cuando estoy en casa. Lo importante no es la modalidad, lo importante es HACERLO.
Debo, por último, reconocer que una aventura de estas características, de casi un mes de duración no la podría haber hecho si en apoyo de mi señora y de mi hijo, que saben que esta es mi pasión, y de mi madre, que a sus 90 años, comprende con temor y resignación, que esta es mi pasión y mi destino. Cada minuto del viaje, en cada momento donde el paisaje me emociona, los tengo presentes. Si tuviera ese millón de dólares que aún no tengo, los traería a cada lugar que llego, para disfrutarlo a pleno junto a ellos, ya ocurrirá…
EL RELATO
Planificar el relato no es sencillo, y probablemente no lo publique hasta que depure mis apuntes una vez terminado el viaje. Narrar día por día no tiene mucho sentido, quizá lo mejor sea organizarlo por hitos y enfocarme en lo más sobresaliente de cada instancia, que abarcará en algunos casos varios días. Tengo en claro que el desarrollo no será por orden cronológico, poruque hay algunas cosas que quiero contarlas al final, porque es allí dónde cobrarán su real dimensión e importancia. Así que paciencia.